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La adicción es una enfermedad, no un vicio

Lo primero que un familiar, amigo o conocido debe saber, es que las personas que hemos tenido una adicción, sufrimos de una enfermedad, no de un vicio. Lo que nos convierte en adictos es la enfermedad; es decir la alteración o desviación producida en nuestro cerebro y cuerpo, no la sustancia como tal.

 

A decir verdad, nadie quiere convertirse en adicto a nada, tener un comportamiento repetitivo que sea nocivo y arruine nuestra vida, no es un objetivo que queramos cumplir, pero lo cierto es, que es difícil parar de consumir y mantener el control para evitar repercusiones. Así dejemos de consumir, seguimos enfermos y por eso necesitamos ayuda y mucha.

 

Por eso es importante entender, ¿cómo ayudar a un drogadicto a rehabilitarse? Porque cuando estamos sumidos en la adicción, somos incapaces de parar por nosotros mismos o levantar la mano para pedir apoyo.

 

Esta enfermedad no tiene cura pero sí podemos recuperarnos y llevar una vida plena, alejados de las sustancias que nos alteren o nos hagan recaer;  para esto requerimos de un proceso, que varía en tiempo para cada uno según el deseo del adicto de dejar de consumir. Este deseo no lo inculca ningún tercero, este deseo nace por sí mismo y “ese deseo propio” es la fuerza de la cual nos agarramos para salir adelante, por eso cuando nos obligan o nos llevan con mentiras, muchas veces son intentos fallidos.

 

¿Cómo tratar a una persona adicta?

Las personas que se encuentran cercanas a nuestra red de apoyo, deben tratarnos con amor pero con firmeza. Siempre digo que cuando estamos atravesando por la etapa activa de la enfermedad, somos como una especie de » perritos bebés», y las galleticas son nuestra recompensa, sin embargo, no deben ser benévolos con nosotros, si no nos hemos portado bien.

 

Además de ser adictos, nuestras emociones se ven tan afectadas como la enfermedad misma, es como una especie de “regulador de voltaje”, tendemos a exagerar muchísimo o a estar muy deprimidos, inclusive a pasar por episodios de ansiedad. Y solo en el proceso de recuperación aprendemos a distinguir si la emoción que sentimos es la correcta para la situación.

 

La mejor ayuda es estar ahí, ofrecerse para acompañarnos y contar con apoyo incondicional.

 

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