Al principio temía no poder enfrentar la vida sin alcohol, no solo por la asociación que tenía esta sustancia con la alegría que generaba en mí, sino también por el hecho de perder lo que en el pasado fue mi principal herramienta contra mis problemas, un refugio, ese “amigo” al cual podía acudir cuando me sintiera mal, cuando me doliera la vida, cuando no quería sentir lo que sentía.
Comportamiento de un adicto en recuperación
En recuperación, me di cuenta que al dejar de consumir alcohol podía ser más sensible y que por lo tanto me sentía más vulnerable, y cuando poco a poco empecé a ver que enfrentar la vida sin alcohol no era tan malo como yo pensaba, porque progresivamente me fui volviendo más fuerte y al mismo tiempo encontré nuevas estrategias y herramientas que me ayudaron a afrontar la vida sin alcohol, comprendí que ya no era prisionero del alcohol, que encontré recursos en mí que yo no conocía y que estaba volviéndome libre realmente, que mi gran “amigo” se convirtió en mi peor enemigo, y por fin pude despedirme de él.
Me he podido dar cuenta, no solamente desde mi experiencia, sino también a partir de la de muchos adictos al alcohol como yo, que un error muy frecuente que cometemos es el de comparar nuestro problema con los de otras personas, ya que esa es una estrategia de doble filo en la cual al considerar la problemática de otros más grave que la mía, permite que sigamos dejando la puerta abierta al consumo, como una justificación en la cual pensamos “él sí es un alcohólico, mientras que yo no he llegado hasta ese punto” y lo utilizamos como excusa para seguir bebiendo.
¿Cómo saber cuándo el alcohol es un problema?
- Una pregunta muy sabia para hacerse es, ¿es bastante grave mi problemática si no la comparo con la de los demás?
- Solo el hecho de estar leyendo al respecto, ya es un gran indicador de que lo más posible es que sí lo sea, y es así, que sea lo bastante grave como para buscar ayuda.
- Una forma práctica de saberlo, es evaluando con rigurosa honestidad de qué manera se han visto afectadas nuestras funciones en las principales áreas de nuestra vida. Sí nos damos cuenta que es así, no podremos mentirnos más a nosotros mismos, y es el momento de hacer algo al respecto, empecemos por estas preguntas:
- ¿Qué tan deterioradas están nuestras relaciones con nuestros familiares?
- ¿Qué tan afectado se ha visto nuestro rendimiento en el área académica o laboral?
- ¿Nos hemos vuelto personas mediocres en nuestras responsabilidades?
- ¿Se han terminado o deteriorado nuestras relaciones de pareja a causa del consumo?
Cada uno tiene las respuestas a estás preguntas, pero…